Después de un año

El pasado sábado día 5 conseguí, por fin, entradas para asistir a una representación operística en el Palau de les Arts: las versiones clásicas de Cavalleria Rusticana y Pagliacci, por la Orquesta de la Comunitat Valenciana. Ni que decir tiene que fue una actuación extraordinaria (en especial "la Cavalleria") que convirtió la tarde en inolvidable.

Pero, durante la segunda parte, y sin saber por qué, mi mente se trasladó a otra época, a los acontecimientos de no hace tanto, a aquellos durísimos momentos de confinamiento, angustia y muertos sin cesar, en los que internet y el streeming eran nuestro medio de salir al exterior y de comunicarnos con nuestros amigos y familiares: fotografía, música de todos los estilos, video-conferencias, gimnasios caseros ...

Ha pasado un año, un larguísimo año, en el que desgraciadamente los políticos (locales, nacionales e internacionales) no han sabido estar en el lugar que les correspondía por necesidad y que aún hoy demuestran cómo no se debe manejar una situación de pandemia.

Afortunadamente los laboratorios (las personas que trabajan en ellos) sí han estado a la altura y en tiempo récord han puesto a nuestra disposición, con sus limitaciones de experimentación, la solución al problema.

Y comenzamos a ver la luz, a recuperar la cotidianeidad de lo humano, aunque todavía hemos de ser prudentes y mantener ciertos hábitos antisociales propios de la "nueva normalidad" (una mierda de normalidad, con embozo y distanciamiento).

Pero, lamentablemente, ellos y ellas, los políticos y las políticas, siguen en su mundo, en sus batallas, en su ambición.